RESUMEN CAPÍTULO VI:
El ser humano es un animal que necesita disciplina para alcanzar la perfección. Esta
disciplina se basa en tres aspectos fundamentales: razón (ciencia), fe y virtud
(comportamiento). La razón y la fe deben ir unidas, ya que el conocimiento no solo proviene
de la razón, sino también de la fe en el proceso de aprendizaje.
La formación no debe ser memorística ni repetitiva, sino que debe basarse en la
experiencia. El aprendizaje debe ser gradual y progresivo, ya que el ser humano no nace
perfecto, sino que debe alcanzar la perfección de manera gradual (es perfectible). Esta
formación a través de la experiencia permite al hombre disciplinarse y evitar caer en el error,
en el engaño, como ocurrió con Eva.
Por ello se necesita la cultura para no ser el más feroz. Nos considera estúpidos al ser
humano, pero también los inteligentes necesitan más disciplina, como también los ricos sin
sabiduría son puertos y hartos de salvado, al igual que los pobres sin inteligencia de las
cosas son nada más anillos llenos de cargos. Es decir, todo el mundo necesita esa cultura
para disciplinarnos y esa formación porque sino somos la estupidez humana que habla,
esas bestias y animal feroz que habla. aquí la disciplina es igual a formación. nos
disciplinamos a través de la cultura, la formación, a través de la experiencia de las cosas.
En este caso, la disciplina es la formación, la experiencia, la cultura de las cosas.
Necesitamos disciplina para ser mansos y divinos, pues sin disciplina el ser humano se
convertiría en el animal más feroz. Considera al ser humano estúpidos y, por tanto, todo el
mundo necesita cultura y formación para disciplinarnos (incluyendo tanto a los ricos sin
sabiduría como a los pobres sin inteligencia), para poder convivir y rectificar esta sociedad,
consiguiendo así alejar al ser humano de la brutalidad y la ignorancia.
La educación no debe imponerse con castigos severos, como la cárcel o los azotes, sino
mediante la razón, siempre respaldada por la fe. La combinación de razón y fe es lo que
permite al ser humano alcanzar el verdadero conocimiento y acercarse a Dios. Cabe
mencionar que en el humanismo predominaba la razón sobre la fe, pero en el realismo la fe
es la que predomina aunque se siga utilizando la razón. Aunque se aprenda a través de la
experiencia, todo se justificará a favor de Dios porque Comenio se encuentra en una
sociedad religiosa. Si no se utilizaba esta justificación, estaríamos en contra de Dios,
caeríamos en la injuria en contra de Dios.
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El ser humano es un animal que necesita disciplina para alcanzar la perfección. Esta
disciplina se basa en tres aspectos fundamentales: razón (ciencia), fe y virtud
(comportamiento). La razón y la fe deben ir unidas, ya que el conocimiento no solo proviene
de la razón, sino también de la fe en el proceso de aprendizaje.
La formación no debe ser memorística ni repetitiva, sino que debe basarse en la
experiencia. El aprendizaje debe ser gradual y progresivo, ya que el ser humano no nace
perfecto, sino que debe alcanzar la perfección de manera gradual (es perfectible). Esta
formación a través de la experiencia permite al hombre disciplinarse y evitar caer en el error,
en el engaño, como ocurrió con Eva.
Por ello se necesita la cultura para no ser el más feroz. Nos considera estúpidos al ser
humano, pero también los inteligentes necesitan más disciplina, como también los ricos sin
sabiduría son puertos y hartos de salvado, al igual que los pobres sin inteligencia de las
cosas son nada más anillos llenos de cargos. Es decir, todo el mundo necesita esa cultura
para disciplinarnos y esa formación porque sino somos la estupidez humana que habla,
esas bestias y animal feroz que habla. aquí la disciplina es igual a formación. nos
disciplinamos a través de la cultura, la formación, a través de la experiencia de las cosas.
En este caso, la disciplina es la formación, la experiencia, la cultura de las cosas.
Necesitamos disciplina para ser mansos y divinos, pues sin disciplina el ser humano se
convertiría en el animal más feroz. Considera al ser humano estúpidos y, por tanto, todo el
mundo necesita cultura y formación para disciplinarnos (incluyendo tanto a los ricos sin
sabiduría como a los pobres sin inteligencia), para poder convivir y rectificar esta sociedad,
consiguiendo así alejar al ser humano de la brutalidad y la ignorancia.
La educación no debe imponerse con castigos severos, como la cárcel o los azotes, sino
mediante la razón, siempre respaldada por la fe. La combinación de razón y fe es lo que
permite al ser humano alcanzar el verdadero conocimiento y acercarse a Dios. Cabe
mencionar que en el humanismo predominaba la razón sobre la fe, pero en el realismo la fe
es la que predomina aunque se siga utilizando la razón. Aunque se aprenda a través de la
experiencia, todo se justificará a favor de Dios porque Comenio se encuentra en una
sociedad religiosa. Si no se utilizaba esta justificación, estaríamos en contra de Dios,
caeríamos en la injuria en contra de Dios.
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RESUMEN CAPÍTULO VII:
Comenius sostiene que para que el ser humano sea verdaderamente racional, piadoso,
sabio y honesto, necesita ser formado desde temprana edad, cuando aún es moldeable, a
partir de experiencia (aprendizaje activo actualmente), como una planta que debe ser
regada y cuidada. En los primeros años, el ser humano, al igual que una planta, debe recibir
las impresiones de la vida diaria y la experiencia para que se forme en virtud, sabiduría,
ciencia y piedad. Esta etapa es fundamental porque, como el ser humano es "blando" en su
niñez, es más susceptible a recibir estas enseñanzas. La comparación con los animales es
constante, ya que considera que somos un animal feroz y, por tanto, también compara la
disciplina similar a la de los animales, pero orientada a la virtud y el conocimiento.
Los primeros años, a los que denomina los "años de la juventud", son los destinados por
Dios para la formación del ser humano. Las primeras impresiones son cruciales y difíciles
de modificar posteriormente, por lo que es esencial que durante esta etapa se dirija al niño
hacia la virtud, la sabiduría y la religión. Si no se cultivan estas enseñanzas desde la cuna,
será muy difícil corregirlas más adelante, lo que hace peligroso no iniciar la formación en los
primeros años. Como una planta, el ser humano necesita ser cuidadosamente plantado,
podado y regado con prudencia para que pueda crecer en literatura, costumbres y piedad.
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Comenius sostiene que para que el ser humano sea verdaderamente racional, piadoso,
sabio y honesto, necesita ser formado desde temprana edad, cuando aún es moldeable, a
partir de experiencia (aprendizaje activo actualmente), como una planta que debe ser
regada y cuidada. En los primeros años, el ser humano, al igual que una planta, debe recibir
las impresiones de la vida diaria y la experiencia para que se forme en virtud, sabiduría,
ciencia y piedad. Esta etapa es fundamental porque, como el ser humano es "blando" en su
niñez, es más susceptible a recibir estas enseñanzas. La comparación con los animales es
constante, ya que considera que somos un animal feroz y, por tanto, también compara la
disciplina similar a la de los animales, pero orientada a la virtud y el conocimiento.
Los primeros años, a los que denomina los "años de la juventud", son los destinados por
Dios para la formación del ser humano. Las primeras impresiones son cruciales y difíciles
de modificar posteriormente, por lo que es esencial que durante esta etapa se dirija al niño
hacia la virtud, la sabiduría y la religión. Si no se cultivan estas enseñanzas desde la cuna,
será muy difícil corregirlas más adelante, lo que hace peligroso no iniciar la formación en los
primeros años. Como una planta, el ser humano necesita ser cuidadosamente plantado,
podado y regado con prudencia para que pueda crecer en literatura, costumbres y piedad.
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RESUMEN CAPÍTULO VIII:
Comenius justifica la labor del maestro como una función necesaria, destacando que, al
igual que otros oficios como el molinero o el carnicero tienen su especialización, la
educación debe ser impartida por formadores profesionales. Aunque la familia tiene un
papel importante en la crianza, no está capacitada para educar adecuadamente, ya que los
padres no tienen tiempo ni formación para hacerlo. Incluso si algunos padres tienen las
condiciones para ello, sigue siendo necesario que existan formadores dedicados
exclusivamente a la educación.
Comenius también justifica la existencia de la escuela, argumentando que la juventud debe
estar reunida en un lugar común para recibir una educación estructurada. Si se dejara la
educación a las familias, cada uno formaría a los niños de manera diferente, sin tiempo ni
preparación para una enseñanza adecuada. La escuela, con formadores especializados, es
esencial para un aprendizaje basado en la participación y el ejemplo, ya que el impulso de
los demás y el aprendizaje colaborativo son cruciales en la infancia. Al igual que los talleres
forman a los artesanos, los templos preservan la piedad y las curias administran la justicia,
las escuelas deben avivar y multiplicar las luces de la sabiduría, distribuyéndola en la
comunidad humana.
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Comenius justifica la labor del maestro como una función necesaria, destacando que, al
igual que otros oficios como el molinero o el carnicero tienen su especialización, la
educación debe ser impartida por formadores profesionales. Aunque la familia tiene un
papel importante en la crianza, no está capacitada para educar adecuadamente, ya que los
padres no tienen tiempo ni formación para hacerlo. Incluso si algunos padres tienen las
condiciones para ello, sigue siendo necesario que existan formadores dedicados
exclusivamente a la educación.
Comenius también justifica la existencia de la escuela, argumentando que la juventud debe
estar reunida en un lugar común para recibir una educación estructurada. Si se dejara la
educación a las familias, cada uno formaría a los niños de manera diferente, sin tiempo ni
preparación para una enseñanza adecuada. La escuela, con formadores especializados, es
esencial para un aprendizaje basado en la participación y el ejemplo, ya que el impulso de
los demás y el aprendizaje colaborativo son cruciales en la infancia. Al igual que los talleres
forman a los artesanos, los templos preservan la piedad y las curias administran la justicia,
las escuelas deben avivar y multiplicar las luces de la sabiduría, distribuyéndola en la
comunidad humana.
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RESUMEN CAPÍTULO IX:
Comenio defiende que todos deben recibir educación porque todos son iguales ante Dios.
En la sociedad del siglo XVII, la educación no se concibe como un derecho laico ni secular,
sino que siempre se justifica a través de la religión. Se establece la necesidad de un
espacio común donde las personas puedan formarse tanto en el conocimiento racional,
representado por las letras y las ciencias, como en la virtud y la religión. Este lugar de
aprendizaje es esencial, ya que solo a través de él se pueden formar buenos discípulos ante
Dios y evitar desviarse de su voluntad.
Se insiste en que la educación debe ser accesible para todos, sin excluir a nadie. Sin
embargo, se hacen excepciones para aquellos a quienes se considera que Dios ha negado
el sentido y el conocimiento, es decir, las personas con discapacidad. A diferencia del
pensamiento actual, en aquella época no se planteaba la inclusión educativa, pues estas
personas eran vistas como carentes de función dentro de la sociedad.
Otro aspecto novedoso en el pensamiento de Comenio es la educación femenina. Se
argumenta que no hay ninguna razón válida para excluir a la mujer de los estudios
científicos, ya que posee entendimiento y capacidad, igual que el hombre. Se reconoce que
las mujeres pueden desempeñar grandes misiones y contribuir al desarrollo de los pueblos.
Sin embargo, se cuestiona por qué, a pesar de admitir que las mujeres pueden aprender las
primeras letras, no se les da la oportunidad de acceder a conocimientos científicos. La
respuesta que se ofrece es que Dios así lo entendía. La formación de la mujer se orienta
hacia la honestidad, el conocimiento de Dios y sus obras, la piedad y las virtudes. No se
trata solo de educarla para la vida doméstica y la curiosidad intelectual, sino de prepararla
para llevar una vida de santidad y buenas costumbres. Su papel en la sociedad sigue
siendo el de proveedora de la identidad familiar y protectora de sus hijos y su esposo. Por
ello, se plantea la importancia de permitirles acceder a estudios superiores, no con el fin de
que ejerzan cargos públicos, sino para que puedan desempeñar mejor su función dentro del
hogar. En este contexto, empieza a surgir la idea de que la educación de la mujer no debe
limitarse al ámbito doméstico, sino que también debe extenderse a espacios externos.
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Comenio defiende que todos deben recibir educación porque todos son iguales ante Dios.
En la sociedad del siglo XVII, la educación no se concibe como un derecho laico ni secular,
sino que siempre se justifica a través de la religión. Se establece la necesidad de un
espacio común donde las personas puedan formarse tanto en el conocimiento racional,
representado por las letras y las ciencias, como en la virtud y la religión. Este lugar de
aprendizaje es esencial, ya que solo a través de él se pueden formar buenos discípulos ante
Dios y evitar desviarse de su voluntad.
Se insiste en que la educación debe ser accesible para todos, sin excluir a nadie. Sin
embargo, se hacen excepciones para aquellos a quienes se considera que Dios ha negado
el sentido y el conocimiento, es decir, las personas con discapacidad. A diferencia del
pensamiento actual, en aquella época no se planteaba la inclusión educativa, pues estas
personas eran vistas como carentes de función dentro de la sociedad.
Otro aspecto novedoso en el pensamiento de Comenio es la educación femenina. Se
argumenta que no hay ninguna razón válida para excluir a la mujer de los estudios
científicos, ya que posee entendimiento y capacidad, igual que el hombre. Se reconoce que
las mujeres pueden desempeñar grandes misiones y contribuir al desarrollo de los pueblos.
Sin embargo, se cuestiona por qué, a pesar de admitir que las mujeres pueden aprender las
primeras letras, no se les da la oportunidad de acceder a conocimientos científicos. La
respuesta que se ofrece es que Dios así lo entendía. La formación de la mujer se orienta
hacia la honestidad, el conocimiento de Dios y sus obras, la piedad y las virtudes. No se
trata solo de educarla para la vida doméstica y la curiosidad intelectual, sino de prepararla
para llevar una vida de santidad y buenas costumbres. Su papel en la sociedad sigue
siendo el de proveedora de la identidad familiar y protectora de sus hijos y su esposo. Por
ello, se plantea la importancia de permitirles acceder a estudios superiores, no con el fin de
que ejerzan cargos públicos, sino para que puedan desempeñar mejor su función dentro del
hogar. En este contexto, empieza a surgir la idea de que la educación de la mujer no debe
limitarse al ámbito doméstico, sino que también debe extenderse a espacios externos.
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La necesidad de justificar la existencia de la escuela también ocupa un lugar central en su
pensamiento. Aunque la institución escolar, tal como la conocemos hoy en día, con
maestros formados, currículum estructurado y concursos de oposición, no surgiría hasta el
siglo XIX, Comenio ya defendía la importancia de un lugar donde todos recibieran
formación. En la España del franquismo, muchas personas carecían de educación,
especialmente en las zonas rurales, donde la enseñanza dependía de la transmisión de
conocimiento por parte de sabios itinerantes. Aun así, la idea de que todos debían asistir a
la escuela se refuerza, aunque su justificación siga estando ligada a la religión o al temor de
que, sin educación, las personas se comporten como bestias.
Finalmente, Comenio plantea la escuela como el espacio donde los individuos pueden
comprender el significado de Dios y aprender a obrar correctamente. La educación se
concibe como una disciplina que, a través de la cultura y la experiencia, permite a las
personas actuar conforme al bien y aspirar a la vida eterna. En este contexto, se busca
combinar la fe con la razón, ya que la sociedad está atravesando un proceso en el que los
conocimientos científicos y los descubrimientos comienzan a transformar la forma en que se
entiende el mundo. Aunque hoy en día esta visión pueda parecer incomprensible, en su
época resultaba innovador proponer una síntesis entre razón y fe dentro del ámbito
educativo.
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pensamiento. Aunque la institución escolar, tal como la conocemos hoy en día, con
maestros formados, currículum estructurado y concursos de oposición, no surgiría hasta el
siglo XIX, Comenio ya defendía la importancia de un lugar donde todos recibieran
formación. En la España del franquismo, muchas personas carecían de educación,
especialmente en las zonas rurales, donde la enseñanza dependía de la transmisión de
conocimiento por parte de sabios itinerantes. Aun así, la idea de que todos debían asistir a
la escuela se refuerza, aunque su justificación siga estando ligada a la religión o al temor de
que, sin educación, las personas se comporten como bestias.
Finalmente, Comenio plantea la escuela como el espacio donde los individuos pueden
comprender el significado de Dios y aprender a obrar correctamente. La educación se
concibe como una disciplina que, a través de la cultura y la experiencia, permite a las
personas actuar conforme al bien y aspirar a la vida eterna. En este contexto, se busca
combinar la fe con la razón, ya que la sociedad está atravesando un proceso en el que los
conocimientos científicos y los descubrimientos comienzan a transformar la forma en que se
entiende el mundo. Aunque hoy en día esta visión pueda parecer incomprensible, en su
época resultaba innovador proponer una síntesis entre razón y fe dentro del ámbito
educativo.
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RESUMEN CAPÍTULO XI:
Comenio realiza una crítica descriptiva sobre las deficiencias de las escuelas de su época y
explica por qué hasta el momento no han logrado cumplir su verdadero propósito. Señala
que la escuela debe ser un verdadero “taller de hombres” donde se cultive la inteligencia y
se impartan conocimientos en letras, ciencias, costumbres, virtud y religión. Sin embargo,
sostiene que las instituciones educativas no han estado funcionando de manera adecuada y
que su método de enseñanza ha sido ineficaz.
Uno de los principales problemas que critica es el uso de métodos basados en la repetición
y la memorización mecánica, que predominaban en las escuelas de su tiempo. Frente a
esto, defiende un método estimulante que fomente el aprendizaje a través de la experiencia,
la observación y la conexión de ideas. En lugar de obligar a los estudiantes a memorizar sin
comprensión, propone un enfoque que les permita aprender mediante la exploración y la
reflexión, facilitando así el desarrollo de su inteligencia.
Otro aspecto central de su crítica es el uso del castigo físico en la educación, una práctica
común en la época. Considera que este método solo genera miedo y atemoriza tanto a la
sociedad como a la capacidad intelectual de los estudiantes. Aprender bajo el temor impide
el desarrollo de la personalidad y la inteligencia, lo que demuestra que el castigo no es un
medio adecuado para la enseñanza. En su lugar, Comenio aboga por un aprendizaje que se
realice en comunidad, donde los estudiantes se estimulen mutuamente, se imiten unos a
otros y aprendan a través del ejemplo.
La educación, además de proporcionar conocimientos, tiene como objetivo disciplinar al ser
humano y orientarlo hacia las buenas costumbres. Si se concibe al hombre como una
bestia, la escuela debe ser el medio para refinarlo y civilizarlo. Sin embargo, si se siguen
utilizando métodos basados en el castigo y la memorización sin sentido, los estudiantes
saldrán de la escuela como “asnos salvajes” o “mulos indómitos”, sin haber desarrollado su
intelecto ni haber sido guiados hacia la virtud. La enseñanza, por tanto, no debe limitarse a
imponer disciplina mediante el miedo, sino que debe estimular el pensamiento y fomentar la
piedad y la virtud en los alumnos.
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Comenio realiza una crítica descriptiva sobre las deficiencias de las escuelas de su época y
explica por qué hasta el momento no han logrado cumplir su verdadero propósito. Señala
que la escuela debe ser un verdadero “taller de hombres” donde se cultive la inteligencia y
se impartan conocimientos en letras, ciencias, costumbres, virtud y religión. Sin embargo,
sostiene que las instituciones educativas no han estado funcionando de manera adecuada y
que su método de enseñanza ha sido ineficaz.
Uno de los principales problemas que critica es el uso de métodos basados en la repetición
y la memorización mecánica, que predominaban en las escuelas de su tiempo. Frente a
esto, defiende un método estimulante que fomente el aprendizaje a través de la experiencia,
la observación y la conexión de ideas. En lugar de obligar a los estudiantes a memorizar sin
comprensión, propone un enfoque que les permita aprender mediante la exploración y la
reflexión, facilitando así el desarrollo de su inteligencia.
Otro aspecto central de su crítica es el uso del castigo físico en la educación, una práctica
común en la época. Considera que este método solo genera miedo y atemoriza tanto a la
sociedad como a la capacidad intelectual de los estudiantes. Aprender bajo el temor impide
el desarrollo de la personalidad y la inteligencia, lo que demuestra que el castigo no es un
medio adecuado para la enseñanza. En su lugar, Comenio aboga por un aprendizaje que se
realice en comunidad, donde los estudiantes se estimulen mutuamente, se imiten unos a
otros y aprendan a través del ejemplo.
La educación, además de proporcionar conocimientos, tiene como objetivo disciplinar al ser
humano y orientarlo hacia las buenas costumbres. Si se concibe al hombre como una
bestia, la escuela debe ser el medio para refinarlo y civilizarlo. Sin embargo, si se siguen
utilizando métodos basados en el castigo y la memorización sin sentido, los estudiantes
saldrán de la escuela como “asnos salvajes” o “mulos indómitos”, sin haber desarrollado su
intelecto ni haber sido guiados hacia la virtud. La enseñanza, por tanto, no debe limitarse a
imponer disciplina mediante el miedo, sino que debe estimular el pensamiento y fomentar la
piedad y la virtud en los alumnos.
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