Las enzimas son proteínas que actúan como catalizadores biológicos. Su principal función es aumentar la velocidad de las reacciones químicas en las células, permitiendo que procesos vitales ocurran a un ritmo que sustente la vida. A pesar de participar en múltiples reacciones, las enzimas no se consumen durante el proceso, lo que significa que pueden ser reutilizadas en múltiples ciclos. Esto las convierte en componentes fundamentales en todos los organismos vivos.

Definición y Estructura

Desde una perspectiva química, una enzima es una macromolécula que se une a un sustrato específico. El sustrato es la molécula sobre la cual actúa la enzima, y el resultado de esta acción es un nuevo producto. La estructura de las enzimas es clave para su función; su forma tridimensional permite que se unan a sus sustratos de manera altamente específica, similar a una llave en una cerradura.

Las enzimas están compuestas principalmente de aminoácidos, y su secuencia y disposición determinan su actividad. Por ejemplo, la enzima lactasa descompone la lactosa en glucosa y galactosa, facilitando la digestión de productos lácteos en individuos que tienen la capacidad de producir esta enzima.

Funcionamiento de las Enzimas

Las enzimas funcionan mediante un mecanismo conocido como el modelo de "ajuste inducido". Esto significa que, al unirse al sustrato, la enzima cambia ligeramente su forma para facilitar la reacción química. Este ajuste asegura que los reactivos estén en la posición correcta para reaccionar, aumentando así la velocidad de la reacción.

Un ejemplo clásico es la enzima amilasa, que se encuentra en la saliva y ayuda a descomponer el almidón en azúcares simples. Sin la amilasa, el proceso de digestión del almidón sería mucho más lento y menos eficiente.

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