La glucosa en sangre, comúnmente conocida como azúcar en la sangre, es un tipo de azúcar que se encuentra en el torrente sanguíneo. Es crucial para el funcionamiento del cuerpo, ya que es la fuente primaria de energía para las células. La glucosa proviene de los alimentos que consumimos, especialmente de carbohidratos. Cuando ingerimos alimentos, nuestro sistema digestivo descompone los carbohidratos en glucosa, que luego se libera en la sangre.

El papel de la insulina

Cuando los niveles de glucosa en sangre aumentan, el páncreas responde liberando insulina, una hormona que permite que la glucosa ingrese a las células para ser utilizada como energía. Sin la insulina, la glucosa no puede ser absorbida por las células, lo que lleva a un aumento de los niveles de azúcar en la sangre. Esto puede causar complicaciones a largo plazo si no se maneja adecuadamente.

Monitoreo de la glucosa en sangre

Existen varias maneras de monitorizar los niveles de glucosa en sangre. Una de las más comunes es el monitoreo continuo de glucosa (MCG), que utiliza un sensor debajo de la piel para medir los niveles de glucosa cada pocos minutos. Esto es especialmente útil para personas que requieren insulina. Además, los profesionales de la salud también pueden realizar análisis de sangre, como la prueba de hemoglobina glicosilada (HbA1c), que evalúa los niveles promedio de glucosa en los últimos tres meses.

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