El Carlismo explicado: Historia y legado de un movimiento político

carlismo

El carlismo se ha caracterizado por su defensa de la tradición, la monarquía y el catolicismo, enfrentándose a las corrientes liberales y progresistas de su tiempo.

A través de este artículo, profundizaremos en qué es el carlismo, sus orígenes, las guerras carlistas que marcaron su desarrollo, y su evolución hasta la actualidad.

¿Qué es el carlismo?

El carlismo es un movimiento político, social y cultural que surge en España a principios del siglo XIX como respuesta a los conflictos dinásticos de la época. Se caracteriza por su defensa de la monarquía tradicional, el legitimismo, el catolicismo y el regionalismo, estando en contra a las tendencias liberales, centralistas y secularizadoras que nacían en Europa tras la Revolución Francesa.

El carlismo toma su nombre por Carlos María Isidro de Borbón, hermano menor del rey Fernando VII de España, quien se convirtió en el símbolo de la lucha contra las reformas liberales y la pérdida de los derechos tradicionales. Los seguidores de Carlos, conocidos como carlistas, veían en él al legítimo rey español, frente a la descendencia de Isabel II, hija de Fernando VII, cuya sucesión fue posible gracias a la modificación de la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres.

El carlismo promueve una visión que se basa en la unidad de la fe católica, la monarquía absoluta y la conservación de las leyes e instituciones tradicionales. Además, defiende el fuero y las libertades históricas de las diferentes regiones y nacionalidades del país, posicionándose en contra de la centralización del Estado.

¿Cuándo nace el carlismo?

El carlismo nace tras la muerte de Fernando VII en 1833. Esto fue el detonante de una crisis dinástica y sucesoria que dividió al país en dos bandos: los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón y los seguidores de la hija de Fernando VII, Isabel II.

El problema se centraba en la validez de la Pragmática Sanción de 1830, promulgada por Fernando VII, que derogaba la Ley Sálica y permitía la sucesión femenina al trono de España. Los carlistas, apoyando a Carlos, rechazaban esta modificación y consideraban que la sucesión de Isabel II era ilegítima, defendiendo los derechos de Carlos como el heredero varón más cercano bajo la ley anterior.

Esto se entrelazó con un profundo descontento hacia las reformas liberales que se estaban implementando en España, que amenazaban las estructuras tradicionales, incluyendo la monarquía absoluta, el poder de la Iglesia y los fueros de las regiones. Así, el carlismo empezó a representar a aquellos sectores de la sociedad que veían en estas reformas una amenaza a sus intereses y modo de vida.

Las guerras carlistas

Las guerras carlistas son una serie de conflictos armados que tuvieron lugar en España a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Se pueden distinguir principalmente tres grandes guerras carlistas:

  1. Primera Guerra Carlista (1833-1840): Estalla tras la muerte de Fernando VII, debido al conflicto sucesorio entre los partidarios de su hermano Carlos (carlistas) y los de su hija Isabel II (isabelinos). La lucha fue especialmente intensa en el norte de España, en regiones como el País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón. Aunque los carlistas lograron importantes victorias y controlaron amplias zonas, la guerra terminó sin un claro vencedor, pero con el mantenimiento de Isabel II en el trono.
  2. Segunda Guerra Carlista (1846-1849): También conocida como la Guerra de los Matiners, esta contienda tuvo lugar principalmente en Cataluña. Fue provocada por el descontento con el gobierno central y la esperanza de restaurar los fueros y privilegios regionales.
  3. Tercera Guerra Carlista (1872-1876): Surge tras el derrocamiento de Isabel II y la instauración de la Primera República. Los carlistas, liderados por Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro, vieron una oportunidad para restaurar la monarquía tradicional. La guerra fue sangrienta y larga, con importantes batallas en el norte y el este de España. A pesar de los esfuerzos carlistas, el conflicto terminó con la derrota del movimiento y la consolidación de la monarquía de Alfonso XII.

¿Qué ocurre con los carlistas al final de las guerras?

Al finalizar las guerras carlistas, el carlismo se enfrentó a un periodo de redefinición y transformación. La resiliencia del carlismo se manifestó en varios aspectos:

  1. Integración política y cultural: Gran participación en la vida política a través de partidos que representaban las ideas carlistas, así como en el ámbito cultural y en la prensa, donde continuaron defendiendo sus ideales de monarquía tradicional, catolicismo y regionalismo.
  2. El Carlismo y la Segunda República Española: Durante la Segunda República (1931-1939), el carlismo experimentó un resurgimiento, oponiéndose firmemente al gobierno republicano, al que consideraban anticlerical y antitradicional. Esta oposición llevó a muchos carlistas a apoyar y participar activamente en el bando sublevado durante la Guerra Civil Española (1936-1939).
  3. El Carlismo en la posguerra y la dictadura de Franco: Aunque compartían algunos ideales con el régimen, como el nacionalcatolicismo y el anticomunismo, los carlistas mantenían su reivindicación monárquica y foral, lo que en ocasiones los puso en tensión con el franquismo.
  4. Transición y democracia: La legalización de los partidos políticos y la nueva Constitución de 1978 ofrecieron un marco para la participación política, aunque el movimiento nunca logró una representación significativa en el sistema democrático español.

El carlismo actual

El carlismo en España ha experimentado una evolución, adaptándose a los cambios políticos y sociales del país mientras intenta mantener vivos sus principios tradicionales.

  1. Presencia política y social: Se manifiesta principalmente a través de pequeños partidos políticos y asociaciones culturales que promueven sus valores tradicionales, católicos y foralistas. Participan en eventos culturales, conmemoraciones históricas y, ocasionalmente, en elecciones, aunque raramente logran una representación significativa. Su actividad se centra más en la preservación y promoción de la memoria histórica del carlismo, la defensa de la familia, la fe católica y la identidad regional.
  2. El carlismo en el debate público: Aunque el carlismo en la actualidad no ocupa un lugar preponderante en el debate político actual, sus temas y preocupaciones resuenan en algunas discusiones contemporáneas sobre la identidad nacional, la descentralización del Estado y la relevancia de la tradición en la sociedad moderna.

Reinterpretación y diversidad dentro del carlismo

En el siglo XXI, el carlismo no es un bloque monolítico, sino que abarca una variedad de perspectivas que van desde el tradicionalismo más conservador hasta propuestas que buscan reinterpretar sus principios en clave más moderna y social. Esta diversidad refleja el intento de algunos sectores del carlismo por adaptarse a los desafíos y cuestiones de la sociedad actual, como el medio ambiente, la justicia social y la globalización, manteniendo al mismo tiempo su identidad distintiva.